La época gótica es un momento fundamental en la Historia del Arte en relación con los monumentos funerarios.Desde la época paleocristiana, en la cual se acaba con la repugnancia que en el mundo clásico se tenía por los cadáveres y, en general, por la muerte, ésta se empieza a considerar como paso o tránsito hacia la nueva vida, que paulatinamente se va imponiendo en el espíritu cristiano.Por ello, los difuntos comienzan a ser enterrados en el lugar sagrado del templo, dándose por tanto un nuevo sentido sacro a la muerte.

 

San Vicente de la Barquera.Capilla de la familia Corro.Bultos de alabastro correspondientes a la sepultura de los padres del inquisidor A Corro.

 

No obstante, durante la Alta Edad Media, esta idea pierde vigencia y así constatamos que entre las disposiciones del concilio de Braga se encuentra la prohibición de abrir tumbas en las iglesias.

Durante el período románico parece que dicha prohibición había decaído y vemos aparecer tímidamente algunos enterramientos, siendo aún raros los ejemplares que llevan escultura relativa al difunto.

Es la Órden del Císter, en el período protogótico, la que permite la inhumación en el templo de personajes influyentes - príncipes, reyes, fundadores - comenzando así un renacimiento escultórico que se manifestará a lo largo de toda la época gótica, llegando hasta nuestros días.El rey Alfonso X en la primera Partida establece legalmente que las personas puedan ser enterradas en los templos, sin duda impulsado por el arraigo de esta práctica.

Al afrontar el estudio de la escultura funeraria en nuestra provincia es preciso hacer una distinción entre los sepulcros que muestran la figura del difunto - ya en bulto, ya en relieve -, y a los que meramente se refieren al mismo a través de una inscripción o, a lo sumo, van acompañados de alguna decoración con elementos vegetales o figurativos alusivos a los ministerios religiosos relacionados con la muerte, o con la personalidad del finado.

 

 

Santo Toribio de Liébana:Fragmento de bulto en madera policromada que representa el cuerpo yacente de Santo Toribio,fundador del monasterio.

 


BIBLIOGRAFÍA: CAMPUZANO RUIZ Enrique "El Gótico en Cantabria". Ediciones Estudio, 1985. Santander.