n los primeros años de nuestro siglo, Santander se había convertido en una importante estación veraniega. El rango de la ciudad aumentó cuando la familia real decidió establecer en Santander su residencia de verano.
La vida musical durante estos años va a ser intensa. Los cafés ofrecían conciertos de cámara y pequeñas piezas de zarzuela; los teatrillos se llenaban con funciones de "varietés", la Sociedad Filarmónica y posteriormente el Ateneo programaron conciertos musicales para los más selectos. La Banda Municipal, las sociedades corales y otras organizaciones, animaron la vida musical de la clase media.
Como consecuencia de la creciente demanda por parte de la población consumidora de un nuevo tipo de música no culta, se crean nuevos teatros en los comienzos de nuestro siglo. En los terrenos del antiguo cuartel de San Felipe se construyó el Salón Pradera. Ofreció espectáculos de variedades, bailarinas, cupletistas, calzonetistas, etc., y varias temporadas de zarzuelas; el Pradera acogió a la compañía de zarzuela de Enrique Lacasa que estaba actuando en el Principal los días previos al incendio del mismo. Mucha menos importancia tuvieron el Salón de Variedades, situado en los locales del antiguo café El Brillante, y el teatro Apolo, en la calle del Arcillero que, sin embargo, tuvo una corta existencia.

Un año después del incendio del Principal, en septiembre de 1916, se constituyó una sociedad anónima, presidida por Manuel Herrera Oria, con el propósito de erigir un nuevo coliseo al que darían el nombre de teatro Pereda. El proyecto fue obra del arquitecto Eloy Martínez del Valle y del ingeniero Alfredo Liaño. Curiosamente se construyó en los terrenos donde estaban instalados los salones del señor Toca, en la calle del Martillo. Sus promotores quisieron que el teatro estuviera bien equipado, por lo que lo dotaron de alumbrado eléctrico; contaba con un amplio patio de butacas en forma de herradura y cinco órdenes de palcos. El escenario era holgado y las condiciones acústicas de la sala eran muy buenas. Los decorados fueron obra de Martínez del Valle. El techo principal y las paredes del vestíbulo estaban decoradas con pinturas del montañés Gerardo de Alvear. El teatro Pereda fue desde su inauguración, el 1 de julio de 1919, el centro de la vida teatral y musical de Santander.
Hace relativamente pocos años este teatro fue inexplicablemente demolido. Fue en este escenario donde triunfó la "zarzuela grande". En Santander triunfaron por estos años autores tan veteranos como Amadeo Vives, José Serrano y Pablo Luna; también alcanzaron el éxito los jóvenes compositores que se habían incorporado al género. Poco a poco la zarzuela irá ganando presencia en nuestro teatro y en el resto de escenarios españoles. En ese mismo año de 1852 se estrenaron otras zarzuelas como La venta del puerto, El chaval en la feria de Santa Ana, El tío Caniyitas, El sacristán de San Lorenzo, etc. Pero sin duda fue Jugar con fuego el gran impacto de la temporada. Se convirtió en una obra de repertorio y durante los años siguientes se repuso frecuentemente. No obstante la costumbre anual de la temporada operística se manedades.
Fueron los años de esplendor de las cancionistas -más conocidas como cupletistas- que participaban en los espectáculos de "varietés", años en los que la revista fue la expresión del optimismo y frivolidad reinante. Por el Pereda pasaron las grandes del género, Raquel Meller, La Argentinita, Emilia Bracamonte, Conchita Piquer, etc.
Aquellos años en que Santander era corte veraniega, no estuvieron faltos de espectáculos teatrales líricos y actuaciones musicales. La ciudad había prosperado y la burguesía disfrutaba de la bonanza económica del período. La zarzuela, la opereta y otros géneros menores eran ávidamente consumidos por un público poco exigente en cuestiones musicales.


B I B L I O G R A F Í A

"LA MÚSICA EN CANTABRIA", de Julio C. Arce Bueno
Fundación Marcelino Botín, 1994