Iglesia románica de principios del XIII. Como su nombre indica, está ligada a la tarea de repoblación de los lugares deshabitados o desiertos, que tan abundantes eran en Cantabria entre los siglos VIII y IX.Su nombre aparece por primera vez en un documento relacionando su fundación con los obispos Severino y Ariulfo de las sedes de Mérida y Baeza.

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Parece ser que el discutido documento lo mandó redactar Pelayo, obispo de Oviedo, para dejar bien sentada su titularidad sobre el coto de Yermo. Los derechos del obispo ovetense son reconocidos en 1184, y los recogerá el Becerro de Behetrías (1352): "Este lugar es del obispo de Oviedo"

Aún no conocemos bien su historia entre los siglos IX y XI. Parece ser que el monasterio de Yermo tuvo bastante poder (dominios sobre 92 pueblos, según el citado documento); incluso Santillana pudo haber sido tributaria suyo.

La iglesia es de pequeñas dimensiones y altura reducida. Su conjunto tiene unidad. Consta de una sola nave rectangular que acaba en ábside semicircular. Es de buena fábrica de sillería con techumbre de madera y exterior a dos aguas. La sacristía y la espadaña son de los siglos XVII y XVIII. Durante el siglo XIX, todo el conjunto fue restaurado.

Destaca en ella la riqueza escultórica en canecillos, capiteles y relieves, relacionados con el cercano taller de Santillana; la portada; también el raro y excelente tímpano, originalmente monolítico que representa por la parte de fuera a un caballero que alancea a un dragón; mientras que por dentro, un caballero del mismo porte se defiende, con más realismo, de un extraño y enorme felino que le viene encima. Son relieves simples, de un dinamismo formidable y, posiblemente, de dos artistas diferentes.

En la jamba, una inscripción en latín medieval dice:

Lo cual hace la inscripción del año 1241 de la era hispánica; o sea, el 1203 de nuestra era